Los hombres y las mujeres nos diferenciamos, es evidente. Y ya que hay tantas diferencias entre nosotros, no es ningún misterio que las enfermedades nos afecten de manera distinta. El simple hecho de no tener los mismos cromosomas nos afecta. Por ejemplo, gracias a esta diferencia, los hombres son mucho más propensos a tener trastornos de tipo genético mientras que las mujeres sufrimos otro tipo de enfermedades, a causa de los ciclos menstruales y las hormonas.
Una de las enfermedades más comunes que sufrimos las mujeres es la osteoporosis, es decir, el deterioro de la masa de los huesos. Al cabo de los años perdemos densidad en esta masa por dos razones, acumular menos que los hombres y la menopausia, donde se pierden gran cantidad de minerales que son necesarios para nuestro cuerpo.
También somos más propensas a tener infecciones urinarias. Es más, el 50% de las mujeres de todo el mundo sufre una infección como ésta al menos una vez a lo largo de su vida. Esto se puede deber a una mala higiene o al uso prolongado de productos de higiene íntima. Estos productos están en contacto con zonas muy sensibles de nuestro cuerpo y tenemos que ser consciente de que debemos cambiarlos regularmente y no utilizarlos a no ser que sea necesario.
Otra enfermedad muy común es la hipertensión. Ésta suele aparecer a partir de los 40 años ya que estamos expuestas a una presión continua y los vasos sanguíneos se deterioran. También influye en gran medida la menopausia, nuestras hormonas se desequilibran y nuestro cuerpo se somete a una mayor tensión.
Si hay algo en común en todas estas enfermedades es que podemos cuidarlas. Haciendo ejercicio, comiendo sano y teniendo una vida saludable en general podemos ayudar a que los síntomas de estas enfermedades sean mucho más suaves en nosotras.